viernes, 7 de junio de 2013

LOS GRIEGOS ENTRE NOSOTROS. LA HERENCIA DE LA CULTURA CLÁSICA EN LA MODERNIDAD












LOS GRIEGOS ENTRE NOSOTROS. LA HERENCIA DE LA CULTURA CLÁSICA EN LA MODERNIDAD


"Nosotros soñamos con la originalidad y la autonomía, creemos decir sólo lo nuevo, pero todo eso no es más que una reacción, una suerte de tibia venganza contra el estado de servidumbre en que nos encontramos hacia la antigüedad".
Hölderlin



Si hubiésemos de hacer una lista de las cosas tangibles que hemos heredado de los griegos y de los bienes inmateriales, que forman parte de nuestro acervo cultural proveniente de Europa y que se originan en la Grecia clásica, las menciones serían interminables. Por ejemplo, fue un griego, Eratóstenes, quien midió por primera vez con precisión el diámetro de la circunferencia terrestre; Euclides es el creador de un sistema de Geometría que está a la base de todos nuestros logros en ingeniería, arquitectura, física, etc.; Las epopeyas de Homero, la Ilíada y la Odisea, siguen siendo editadas y leídas en la actualidad; y así sucesivamente y sería largo y tedioso hacer este inventario. Pensamos en tantos nombres: el rey Alejandro Magno, los filósofos Sócrates, Platón, Aristóteles, Hipócrates, el padre de la medicina científica, y podríamos sentir en todo lo que vemos a diario, cómo es que Platón es la base de las ciencias políticas actuales, que Aristóteles ha nutrido con su pensamiento la mayor parte de la teología cristiana desde la edad media hasta ahora, razón por lo que algunos académicos llaman a sus escritos Filosofía perenne; veríamos con claridad estudiando todo este legado, como es que los griegos son nuestros antecesores en la actual preocupación por la belleza y la salud del cuerpo, su agilidad, destreza, gracia, atleticidad, basta pensar en que la sentencia “mente sana en cuerpo sano” era el cartel que estaba en la puerta de los gimnasios griegos. Nuestra ciencia, nuestro sentido común, nuestra ciencia educativa, fue alguna vez, iluminada con una primera luz por los antiguos hijos de la Hélade y bastaría con estas simples reflexiones para motivar a muchas más y a una puesta en valor de nuestros vínculos espirituales con aquella infancia del hombre que por primera vez marco un camino y dejo una posta en la creación de la historia de una cultura humana global, libre, racionalista.
Conocemos a Grecia por su literatura. Pero el modo en que dicha literatura ha llegado hasta nosotros es parte de una historia que durante muchos siglos ha estado a merced del azar. La biblioteca de Alejandría, que se supone albergaba miles de libros antiguos, fue destruida por una turba cristiana, allá por el siglo IV D. C.
En los distintos saqueos a que sometieron al imperio romano los pueblos bárbaros, se perdió mucho material escrito valioso. Ciudades destruidas y tradiciones perdidas de las que algo se ha salvado con el transcurrir de los siglos. El imperio romano de oriente, que no era otra cosa que Grecia, conservó parte de su literatura y cuando en el s. XIV y XV d. c. comenzó a ser amenazado por los turcos, este rico material fue trasladado a Italia, para su preservación. El resto es historia, la traducción intensa de obras griegas desconocidas hasta entonces hizo florecer los estudios sobre la antigüedad y marco la época que ahora conocemos como El renacimiento.
El por qué de esta obsesión histórica, el por qué la importancia que a lo largo de los siglos ha tenido el legado de la cultura de los griegos, debe entenderse en la historia de Grecia misma y de sus valiosos aportes al patrimonio de la humanidad. La evolución de la cultura griega es un fruto cuya planta se nutrió de un ideal educativo, de una voluntad creadora consciente y racional. El gran helenista alemán Werner Jaeger nos dice en Paideia, que los griegos cristalizaron en sus ideales educativos una forma altamente evolucionada de conservar y transmitir sus peculiaridades físicas y espirituales; es a partir de la historia de Grecia que podemos estudiar los valores permanentes que nos ha legado la antigüedad, valores que van desde la rectitud, el honor, el diálogo, hasta la institución de la democracia y la libertad, como formas de vida política comunitaria.
Los intelectuales griegos elaboraron principios para regir la conducta de los individuos, los cuales estaban fundamentados en la observación de la naturaleza y en la búsqueda de explicaciones racionales. Estas sólo podían ser reveladas por la investigación científica, que tiene sus regularidades y leyes invariables. Mediante esta nueva mentalidad, los griegos se elevaron de las tradicionales explicaciones mitológicas sobre el mundo, al conocimiento de un Dios de la razón, tal como se lee en la ontoteología de Platón, esbozada en obras como La República, y la de Aristóteles en su clásico tratado sobre La Metafísica.
Pero mientras unos descubrían a Dios y atisbaban con la razón las cosas celestiales, otros como Leucipo y Demócrito, preferían las explicaciones materialistas. No es casual, ya que hablamos de legados y transmisiones, que la tesis doctoral de Karl Marx como filósofo haya versado sobre la filosofía de estos dos conocidos filósofos griegos, creadores del concepto de “átomo”, que es una de las cosas en la que los griegos se adelantaron a nuestra actual cosmovisión. Y no es casual que Hegel, el gran inspirador del pensamiento marxista, haya remontado los principios de su Dialéctica hasta Platón y Heráclito de Éfeso, quien decía que la esencia de las cosas era el cambio perpetuo.
Como podemos ver el tema es inagotable. Acotaremos diciendo que el principio rector del desenvolvimiento de los griegos como cultura original y peculiar, es la aparición entre ellos de un alto ideal de dignidad humana, una estimación del hombre por su valor como ser, portador de potencialidades, capaz de una realización autónoma y benéfica de las mismas. Esta idea está emparentada a su vez con la idea cristiana del valor infinito del alma individual y la idea renacentista de la libertad espiritual del individuo. Werner Jaeger nos dice en Paideia, que no hubiera sido posible nuestra actual aspiración a ser reconocidos y valorados, a ser felices, sin el sentimiento de la dignidad del hombre que alcanzaron los pueblos de Grecia, en su literatura. Allí están la Ilíada de Homero, la Teogonía, de Hesíodo, las tragedias de Sófocles y Eurípides, La República de Platón, La Metafísica de Aristóteles, y tantas más; en todas ellas resplandece la huella imperecedera del genio humano antiguo. Libros que se leerán por siempre, porque desde lo profundo del tiempo (2500 años) nos siguen diciendo algo de nosotros mismos. 


Fernando Odiaga, escritor.